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Columnista invitado Ramon Bueno: Nuevo informe por UCS “Sobrevivir y prosperar”
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Columnista invitado Ramon Bueno: Nuevo informe por UCS “Sobrevivir y prosperar”
November 23, 2015
Climate Change
Op-Ed

La equidad climática requiere mayor resiliencia ante el cambio climático en las comunidades en la primera línea de sus impactos

El informe que publica hoy la Unión de Científicos Comprometidos (UCS, por sus siglas en inglés), titulado Sobrevivir y prosperar ante el crecimiento de los mares, se enfoca en identificar comunidades en las costas bajo un doble desafío por peligros del clima y desventajas socioeconómicas, y recomienda soluciones equitativas que las ayuden.

Ya muchas regiones sienten los mayores extremos del clima que comienzan a manifestarse, sean sequias serias y prolongadas en California y en el Caribe o impactos mayores como las recientes lluvias torrenciales e inundaciones sin precedente ¿en mil años? en Carolina del Sur a causa del huracán Joaquin (¡que ni siquiera tocó sus costas!).

Mientras que la reducción de emisiones de carbono que alimentan los cambios en el clima dependen esencialmente de la cooperación global, la adaptación a los impactos del clima inclemente es de naturaleza altamente local. Los impactos de los cambios en el clima ocurren y se sientes en sitios particulares. Una gran marejada e inundación de tormentas puede afectar mucho a una localidad y no tanto a otra. La geografía, topología y ecología locales son muy determinantes de su exposición a los impactos del clima. Pero la vulnerabilidad de las comunidades costeras a tales fenómenos depende mucho de su perfil socio-económico.

Las comunidades de las costas en la primera línea de impactos

Si prevalecen bajos ingresos o pocas oportunidades de empleos, la falta de servicios básicos (a la educación, al transporte, a la sanidad), si hay condiciones locales que amenazan la salud de los residentes, insuficiente apoyo institucional o poca franquicia política, los peligros y amenazas a los que así viven se multiplican con un clima amenazante. Peor aun si además hay un historial de discriminación racial o étnica.

Muchas comunidades costeras de afroamericanos, latinos o de tribus indígenas tienen un largo historial de confrontar condiciones adversas y luchar por mejorías en la vivienda y los servicios esenciales y por un rol en el ámbito político. Por mucho tiempo la contaminación del medio ambiente también les ha afectado desproporcionadamente; no les sorprende, entonces, que lo mismo sea cierto con las amenazas climáticas. Los movimientos por una mayor justicia, incluyen la ambiental y ahora también la justicia climática.

Las inundaciones durante las mareas altas ocurren rutinariamente a lo largo de la costa del este de la Florida. Las mareas extremas ofrecen un vistazo hacia el futuro, cuando las mareas más altas de hoy se convierten sean algo común en muchos lugares a mediados de siglo.

Cuando ocurren las emergencias, hay que tener buenos planes de acción. Pero de poco sirven si permiten que algunos caigan entre las grietas de esos planes, o si terminan peor que antes en un ciclo vicioso sin salida. Es ese el caso si, por ejemplo, al proteger y preparar mejor a un vecindario sin tomar en cuenta a sus residentes se produce una respuesta de mercado tal que los residentes afectados ya no puedan pagar los costos de vivienda que surjan, queden desplazados, se les perturbe sus posibilidades de empleo, etc. La equidad en los planes importa, mucho.

Estas comunidades no necesitan tanto que los expertos les informen de los peligros que se le avecinan. Los conocen porque los viven. Muchos latinos, además, tienen muy presente lo que ocurre en sus países de origen. Están muy al tanto cuando huracanes fuertes amenazan o golpean las costas de México, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Cuba, la República Dominicana, Puerto Rico, o Haití. Saben lo que saben sus familiares en esos países, o lo recuerdan ellos mismos si son de primera generación en los Estados Unidos. No sorprende que las encuestas muestren que los afroamericanos e hispanos del país tienen mayor conciencia de los desafíos climáticos y apoyan medidas oportunas con las que hacerles frente.

Herramienta y datos con los que ayudar a nivelar el desbalance

Adaptando técnicas de la investigación académica y de expertos del tema, creamos una herramienta que combina dos indicadores de riesgo en comunidades costeras: el riesgo climático y el socioeconómico. Para indicar el riesgo climático en las costas estudiadas utilizamos proyecciones para 2045 de aumentos del nivel del mar y de la frecuencia de inundaciones de mareas, ambas adaptadas a las condiciones de cada condado. Por su lado, el riesgo socioeconómico lo indicamos en base a datos recientes al nivel de condado sobre los ingresos per cápita, las tasas de pobreza, prevalencia de la raza / etnia y el nivel de educación.

Aplicamos la herramienta a treinta y cinco condados de las costas del Atlántico y del Golfo de Estados Unidos, en nueve estados desde Luisiana hasta Connecticut. Nos permitió identificar cómo comparan entre sí estos condados en cuanto al riesgo conjunto señalado por ambos indicadores.

Riesgos conjuntos climáticos y socioeconómicos a nivel de condado. Los condados que son lugares críticos de equidad climática pueden ser identificados mediante el análisis de sus riesgos climáticos y socioeconómicos conjuntos y merecen una mayor investigación sobre los posibles riesgos de exposición para comunidades específicas dentro de ellos. Incluso los condados que clasifican relativamente bajo aún así experimentarán algún riesgo. Además, dentro de los condados puede haber una variación significativa en los riesgos que pueden ser capturados por la investigación futura usando datos de sub-nivel de condado. Observe que diez de los condados en nuestra muestra no tenían proyecciones de inundación de las mareas debido a limitaciones en los datos.

No sorprende que entre los lugares más críticos desde una perspectiva de la equidad climática se encuentra primero la Parroquia de Orleans, Luisiana, seguido de cerca por otros lugares de la costa del Golfo (devastados por el huracán Katrina en 2005). Otros incluyen a tres grandes centros urbanos (Miami, Filadelfia y Baltimore), a varios condados en Virginia y el Condado de Atlantic en Nueva Jersey (piensen Supertormenta Sandy en 2012). El informe también incluye estudios de casos en cinco lugares que reflejan los desafíos que su gente confrontan y cómo lidian con ellos.

Otros puntos notables del estudio: aun los condados que en esta relación entre los treinta y cinco analizados señalan riesgos conjuntos bajos en relación a los otros del grupo no están exentos de peligros climáticos (algunos de ‘bajo’ riesgo en este grupo tienen proyectado un alza en el nivel del mar en 2045 de unas diez pulgadas; no conforta mucho prever el tipo de marejadas que resulten de tales mares cuando pase cerca o golpee un huracán). Por igual, hay que tomar en cuenta que dentro de los condados pueden existir diferencias muy grandes en vulnerabilidad. Ello requiere enfoques con mayor detalle local.

Crear mayor resiliencia ante los desafíos climáticos

Este tipo de estudio y de herramienta puede ayudar a los responsables de políticas a priorizar y dirigir recursos donde mayor necesidad existe, a lugares que de otra forma quedan rezagados en los análisis y planes. También le ofrece a los grupos y las comunidades más vulnerables algo con lo que entablar diálogos y discusiones serias con los anteriores.

Sobre todo, los que viven en las primeras líneas de los desafíos climáticos deben ser partícipes desde el comienzo en las discusiones sobre la mejor y más equitativa forma de preparase para los impactos del clima, superarlos y de que sus comunidades se recuperen de una forma justa.

Algunas recomendaciones

Se recomiendan cambios en programas nacionales existentes que actualmente dejan fuera a muchos de los más afectados y vulnerables:

Planificar la adaptación y mayor resiliencia ante el cambio climático en base a la mejor ciencia, datos y herramientas disponibles. Al nivel federal, estatal y locas, esto requiere fondos y ayudas técnicas dedicados a lograrlo.

Los responsables de políticas a nivel nacional y estatal deben dirigir las finanzas y recursos hacia las comunidades en mayor riesgo y mantener relaciones con ellas. En particular, los programas de ayudas antes, durante y después de desastres de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias y del Departamento de Vivienda y de Desarrollo Urbano (FEMA y HUD, respectivamente, por sus siglas en inglés) y del Departamento de Transporte.

El Congreso debe aumentar el financiamiento para la resiliencia al cambio climático.

Y, claro, un esfuerzo serio en reducir las emisiones de carbono sin lo cual todo esfuerzo de adaptarse a los cambios será insuficiente o en vano.

Esperamos que este informe nuevo de la UCS de un paso adelante en el empeño de fomentar mayor intercambio y colaboración entre los que formulan planes y toman decisiones y las comunidades en las costas del país que mayor peligro confrontan por impactos previsibles del cambio climático. Los invitamos a que lean y compartan los informes.

Estén atentos a más entregas de una serie blog, Communities on the Front Lines of Climate Change, con blogs de gente que vive, trabaja o hace investigación en los lugares afectados por el aumento del nivel del mar. Hoy en día también puede leer una entrada de blog en inglés de Rachel Cleetus, autora principal del informe de UCS.

Este comentario fue publicado originalmente en el blog de la Unión de Científicos Comprometidos.  El comentario y nuevo informe tambien estan disponisbles en Ingles.

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Last week, the Union of Concerned Scientists released a new report, Surviving and Thriving in the Face of Rising Seas: Building Resilience in Communities on the Front Lines of Climate Change. The report, an executive summary of which is also available in Spanish, intends to guide improvements in policy making around disaster aid and preparedness to ensure that communities receive the support they need before and in the aftermath of climate-related disasters. The press release is online here. Also some blogposts in English and Spanish.

The report presents a screening tool to identify coastal “climate equity hotspots” that face heightened exposure to climate impacts because of a combination of climate and socioeconomic risk factors, and where additional attention and resources are required. The tool was applied using county-level data to assess the overlap of climate and socioeconomic risk factors for 35 coastal counties spread across nine east and Gulf coast states—Connecticut, New Jersey, Pennsylvania, Maryland, Virginia, South Carolina, Florida, Mississippi, and Louisiana. The report also includes five case studies of people and places on the front lines of worsening coastal climate risks in order to highlight some of the specific and common challenges communities face and the ways in which they are responding. Case study sites include Dorchester County, MD; Charleston, SC; Opa-Locka and Hialeah, FL; Gulfport, MS; and Plaquemines Parish, LA.

Finally, the report identifies opportunities for ensuring that our nation’s investments in climate resilience are better targeted and more equitably shared. It describes actions that can be taken by policy makers, and local, state and federal agencies engaged in disaster aid and preparedness to help ensure the safety and increase the resilience of communities most at risk.

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